LUIS DEL OLMO ENSALZA EL LEGADO DE LA MINA Y ANIMA A VIVIR APASIONADAMENTE EL FLAMENCO DE LA UNIÓN

Jueves 7 de agosto del 2014- El periodista Luis
del Olmo dio el pistoletazo de salida a la 54 edición del Festival
Internacional del Cante de las Minas que hasta el próximo 16 de agosto se
celebra en La Unión. Y lo hizo aludiendo a su primera visita al certamen, en el
año 1975, cuando fue nombrado Heraldo del Trovo «vamos progresando, si
hace 39 años fui Heraldo en La Unión, hoy soy Pregonero. Creo que ya no puedo
aspirar a más», señaló al inicio de sus palabras. 
Del Olmo confesó «llegó a La Unión y no me siento forastero. Todo
lo contrario, me encuentro en familia, porque al igual que esta tierra, el
Bierzo, es tierra minera. Y conozco de cerca ese secreto vínculo que liga a
todos los hombres y mujeres que viven en, de, con y para la mina».
Continuamente, durante el pregón, aludió al pasado minero del municipio, que
«se mantiene vivo gracias al Festival». Y, subrayó que «si hay
un nombre que defina el corazón del minero, precisamente es el de La
Unión». Al final, convirtió el pregón en invitación para «quienes
viven el flamenco con la curiosidad del turista y a los aficionados que lo
sienten en sus venas, a todos les invito a vivir el Flamenco de La Unión»,
arrancándose por tarantas recitadas: 
  
  Guitarra, voz, emoción
  inspiración, disciplina
  danza, duende, corazón
  Viva el Cante de las Minas
  Y el Festival de La Unión
  
Tras el pregón, el alcalde de La Unión y
Presidente Ejecutivo de la Fundación Cante de las Minas, Francisco Bernabé,
hizo entrega al Embajador de la India en España, Sunil Lal, del Premio Catedral
del Cante, en reconocimiento a la labor de preservación, conservación y
difusión del mejor arte flamenco «a un país que ya forma parte incondicional
de nuestro Festival y donde nuestro proyecto de internacionalización vio la luz
el pasado año y al que regresaremos, próximamente, en una nueva gira en busca
de las raíces de nuestra música». Bernabé anunció que, en otoño, a través
de Las Minas Flamenco Tour el festival unionense volverá a viajar en busca de
las raíces del flamenco por Bombai y Nueva Delhi. 
Mientras el Embajador de la India, Sunil Lal,
agradeció el reconocimiento de La Unión «un lugar sincero que mantiene
viva el alma del flamenco» y recordó «el golpe que supuso la gran
pérdida del genial guitarrista Paco de Lucía». El homenaje a la India
llegó de la mano de la Coral Argentum con la
interpretación «Tintinnabulum», nombre que hace referencia al
instrumento de campanas múltiples, muy popular en la India, que evoca sonidos
de percusión y donde la voz actúa cuidadosamente como un acompañamiento. 
Como colofón de la noche, actuaron el ganador del Premio Desplante,
Eduardo Guerrero, la Lámpara Minera 2013, Jeromo Segura, y el Filón, Pepe
Bao. Eduardo Guerrero puso en pie al público de la Catedral del Cante, con
caña, bulería, toná y seguiriya, acompañado al cante por Gabriel de la Tomasa y
Antonio Fernández, y al toque por Javier Ibáñez. El cantaor Jeromo Segura
ofreció un recital de cantes de la tierra, así como cantiñas y tangos,
mostrando su admiración a las familias Cros y Fernández, y acompañado por
Rosendo Fernández y Jesús Guerrero, a la guitarra. Por último, el bajista Pepe
Bao, sorprendió con su fusión de estilos con versiones de taranta, tanguillo,
bulería y minera, acompañado por el guitarrista de la Región, Santi Campillo.
 



PREGON TEXTUAL:
Dicen que a una determinada edad, solo tenemos memoria para
los buenos recuerdos. Pues bien, dentro de los muchos que he acumulado en el
medio siglo que he estado ante los micrófonos, quiero destacar hoy mi primera
visita a este Festival, allá por 1975, cuando sus organizadores tuvieron a bien
elegirme como Heraldo de Sexto Certamen del Trovo, distinción que yo agradecí
con todo mi buen saber y entender.
       Vamos
progresando. Si hace 39 años, fui Heraldo en la Unión, hoy soy Pregonero. Creo
que ya no puedo aspirar a más.  Los de la
radio somos eso. Unos días, heraldos, otros, pregoneros. Pero no pasa de ahí.
Ya me gustaría participar en el certamen y 
ganar una Lámpara Minera, pero Dios me dio voz de locutor y no garganta
de cantaor, y he de decir que su decisión fue acertada. Por más que me
esfuerzo, no me imagino yo cantando tarantas. Por eso admiro tanto a esos “cabales” que las cantan por derecho, y
que aquí en la Unión se cuentan a centenares.
       Me he
preguntado muchas veces por qué me han concedido ustedes el honor de ser
pregonero del Festival Internacional del Cante de las Minas. ¿Qué he hecho yo
para merecer este privilegio?  Me gusta
el flamenco, por supuesto, y en muchas ocasiones lo he incluido como sección
fija en mis programas de radio. Pero no soy un flamencólogo. 
       Aunque soy
hombre del Norte, siento una sugestiva atracción por el Sur, y me encuentro muy
a gusto en el ambiente donde se nutre el frondoso árbol del cante. Pero aún
así, no creo que mi afición de principiante, haya sido suficiente para ser
elegido pregonero. Continúa en el aire la pregunta. ¿Por qué yo? Tal vez los
motivos sean geográficos, o por precisar mejor, telúricos, ligados a la tierra.
La respuesta hay que buscarla en mis propias raíces. Gracias a ellas, he de
confesar que llego a La Unión y no me siento forastero. Todo lo contrario, me
encuentro en familia. Porque nos hermana una pasión y un legado común: La mina.
       Yo procedo del Bierzo, que
también es tierra minera. He bajado con la radio a la mina, mis paisanos
mineros de me hicieron Entibador Honorario, 
y conozco de cerca ese secreto vínculo que liga a todos los hombres y
mujeres que viven en, de, con  y para la
mina.      A través de su trabajo, que es
mucho más que trabajo, el minero está unido a su compañero de fatigas, a su
familia, a su tierra.  El minero,
picador  de oscuridades, esculpe la vieja
roca extrayendo de ella su energía, a costa de su esfuerzo, e incluso de su
vida. La mina sabe del valor y la fraternidad de unos
hombres que se juegan la vida cada vez que suena la sirena. Dura lidia la suya,
sin la luz de los aplausos,  en esa noche
oscura del alma que es su trabajo cotidiano.
Voy perforando terreno
Para buscar un filón
Y no tengo más barreno
Que mi propio corazón.
Como la luz de un farol
Que alumbra en la galería
Me estoy consumiendo yo
Trabajando noche y día
En las minas de La Unión.
      La Unión
mantiene con orgullo su pasado minero. Y no solamente por este Festival. Los
unionenses no habéis consentido que el olvido os arrebate las minas. Porque habéis templado vuestro corazón con pico y
barrena,
como diría vuestro paisano Ramón Perelló, el poeta de las mil
coplas. Y porque sabéis por experiencia que perder las minas es perder el
corazón de la tierra.
       Las minas de la
Unión están agotadas, pero aún así se mantienen vivas en el corazón de todos
los hijos de esta hermosa tierra. 
Pertenecen a su historia, con su esplendor y con sus sombras. Por eso es
meritorio y digno de admiración vuestro esfuerzo por hacer de la vieja mina
estéril un monumento para visitar y aprender, o un magnífico auditorio, para
volver  a 
escuchar,  con todo el esplendor
que se merece, los viejos cantes que aliviaban las duras jornadas del minero. Cantes que además definían exactamente los entresijos de la
identidad del hombre de las minas.  Así
lo destacaba vuestro inolvidable maestro y capataz vitalicio de este festival,
que fue Pencho Cros:

Vi un minero en la cantina

Con muchos conocimientos.Que el que trabaja en la mina
Conoce el mundo por dentroY lo demás, lo adivina.

tarantas, tonás, livianas…


peteneras, soleares, soleariyas,


polos, cañas, seguiriyas,


martinetes, carceleras…


serranas, cartageneras,


malagueñas, granaínas,


todo el cante de Levante,


todo el cante de las minas, todo el cante…


que yo no tengo la pena,


la pena me tiene a mi.



       Por encima de
cualquier conocimiento, y más allá de toda adivinación, si hay un nombre que
defina exactamente el corazón del minero, precisamente es el vuestro: “La Unión”. ¡Qué hermoso nombre para una
ciudad: La Unión! Este nombre aquí no es un tópico. Alguien dijo que la ciudad
de la Unión es un estado de ánimo, para concluir que aquí nunca se está solo. Y
eso no se esconde, no. Se nota vuestra generosidad en el formidable entorno de
este festival.
       Lo
que va de ayer a hoy, Desde aquel 13 de Octubre de 1961, cuando se celebró la
primera edición de este festival, han pasado 53 años. Y qué diferencia. Hoy la
ciudad de la Unión es la capital mundial del flamenco, en todos sus estilos y
formas, y aquel antiguo certamen es hoy un Festival Internacional, avalado por
una Fundación, y congrega en su entorno, la Cátedra de Flamencología, el Museo
del Cante de Las Minas, la Escuela de Arte Flamenco, los Congresos Flamencos,
la Jornadas Culturales, y audaces proyectos de internacionalización, a través
de Las Minas Flamenco Tour,  sin olvidar al hermano japonés que le ha
salido a este festival, porque  los días
22, 23 y 24 de este mes, se celebrará en 
el Teatro Nakano de Tokyo, otro Festival del Cante de las Minas solo
para artistas japoneses. Los ganadores conseguirán su pase a las series finales
del Festival de la Unión del año que viene. Una gran iniciativa que se hará muy
popular en Japón, donde hay más de cien mil estudiantes de flamenco que cursan
estudios en  más de tres mil academias.
       Sí, han pasado
muchos años, y se han logrado impresionantes mejoras. Este festival ha crecido
en importancia porque el pueblo lo ha hecho suyo. No se concibe algo tan
importante, si no hay un pueblo unido que lo apoye. Este festival ha nacido por
la fuerza integradora de la Mina. Su 
biografía es la crónica de un tesón, de un esfuerzo continuado, de un
ejercicio de solidaridad, uniendo voluntades e integrando entusiasmos.
       En definitiva
se trata de una historia protagonizada por un corazón minero. Si este festival
ha llegado a convertirse en uno de los más importantes certámenes flamencos del
mundo,  ha sido por la unión de la mina,
por la unión de la Unión. Eso es lo más grande que tiene esta tierra.
       Se puede dar
marcha atrás y la historia es muy sencilla. Mucho antes del festival, a  la Unión llegó un día el flamenco, en la voz
de un inmigrante andaluz, uno de los muchos 
que vinieron a trabajar en las minas. Los fandangos camperos, que habían
derivado en tarantas en las minas andaluzas, 
al recalar en la Unión se convirtieron en tarantos, cartageneras,
levanticas y esas mineras que cantaba como nadie su creador Rojo el 
Alpargatero.
El día que yo me
muera
Que me entierren
en La Unión
Y todo aquel que
me quiera
No me rece una
oración
Que me cante una
minera

       Luego todo
evolucionó paso a paso, como mandan los cánones. El Flamenco es así. Un cante
llama a otro, y aquel festival dedicado al cante de las minas se generalizó, y
acogió  a todas las formas, a todos los
palos, a todas las variantes, a todas las categorías. Y al compás de aquellos
versos de Manuel Machado, se pueden escuchar aquí…

chuflas,
tientos, marianas,

       Y con todo el
cante, llegó también todo el toque y se culminó con todo el baile. Hoy el
Festival Internacional de la Unión es la más exacta y amplia convocatoria del
flamenco en su sentido más amplio, el que engloba una forma de interpretación
donde prima la emoción.
       El Flamenco…
¿Qué puedo decir de él, que vosotros no sepáis? 
Yo solo sé que el flamenco no se disecciona, no existe cirugía en el
mundo que pueda extraer y aislar  las
claves de un arte  que es único y a la
vez diverso, personal y a la vez racial, enraizado en un paisaje y a la vez
universal.
       El flamenco se
bebe por los oídos, se come con los ojos, 
se siente desde aquel reducto intimo donde dicen que se encuentra el
corazón del alma,  donde solamente pueden
entrar quienes se estremecen ante un quejío, quienes vibran ante un rasgueo,
quienes se fascinan ante un zapateado.
       Los poetas
hablan del duende, y ya lo dijo García Lorca, «Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio». No
busquemos una hoja de ruta o un manual de instrucciones, porque en  el flamenco no hay otra razón que la
rendición. O te rindes, o te vas.  El
flamenco no tolera a los tibios, no soporta a los que se guardan algo para
luego. El flamenco lo exige todo. Para interpretarlo fielmente, hay que
agonizar, y conforme el artista va muriendo, con su propio arte resucita. Hay cantes chicos, y cantes grandes, cantes
livianos y cantes jondos, cantes rebosantes de pena, y cantes arrebatados de
alegría.  Pero para el corazón flamenco
hasta el cante más chico es grande, y penas y alegrías se funden en un
torbellino de pasiones que rasgan el alma por la mitad.

Esta
pena es mi condena
casi
puedo yo decir

Los que se acercan  con la sensibilidad a flor de piel,
comprueban que aquí late el misterio de la pasión humana, el brote de las
emociones, los sobresaltos del corazón.
Como afirmaba el poeta: la pasión es el viaje del corazón. En
este peregrinaje por los entresijos del flamenco, la pasión es la brújula que
nos guía. Poco puede la lógica ante el frenesí soberano de una bulería, pues
ya  lo apunta el dicho popular:  El
corazón tiene razones que la razón no entiende
.       
El hombre es un
animal que busca, un ser en camino. Nos pasamos la vida como peregrinos en
busca de la felicidad, aunque ello signifique que vamos detrás de la utopía. ¿Y
qué importa? Necesitamos la utopía. Un buen cantaor lo sabe, casi la ha llegado
a alcanzar en el momento cumbre de una soleá. La utopía, el viejo sueño. La
buscamos en el libro de la memoria, en el jardín de las evocaciones, en la
alacena  de los recuerdos, en el bosque
de las esperanzas. La buscamos en el alma del paisaje y en el paisaje del alma,
en las tinieblas del corazón y en el corazón de las tinieblas.
La fantasía
palpita en cada momento en este arte sin igual. Un arte 
que rompe los esquemas. Donde nada es lo que parece,
donde la libertad se adueña de las normas, 
donde el duende y el pellizco son más poderosos que el rigor y la
precisión. El Flamenco no sigue otros dictados que
los de su propia emoción. En el Flamenco hay libertad, hay alegría, hay
sufrimiento, hay ritmo de fiesta, hay quejío de pena, hay,  en definitiva, pueblo.
       Es la verdad
del Flamenco. La verdad de este increíble Festival. Los concursantes lo saben.
Salir de la Unión con un premio es acercarse a las puertas del cielo y
encontrarlas abiertas de par en par.  He
venido a La Unión a sentir los desgarros de alma de este arte único. Esa es la
forma más segura de vivir con plenitud el festival del Cante de las Minas.
       Permitidme que
enmiende la plana a un gran poeta. El genial Lope de Vega escribió tal vez el
mejor soneto dedicado al amor. Lo tituló: Varios
efectos del amor.
Como aquí me siento en casa y estamos entre amigos, voy a
hacerle unas correcciones, y lo definiré de esta forma. Varios efectos del Flamenco.
“Desmayarse,
atreverse, estar furioso,
áspero,
tierno, liberal, esquivo,
alentado,
mortal, difunto, vivo,
leal,
traidor, cobarde y animoso.
No
hallar, fuera del bien, centro y reposo,
mostrarse
alegre, triste, humilde, altivo,
enojado,
valiente, fugitivo,
satisfecho,
ofendido, receloso.
Creer
que un cielo en un infierno cabe,
dar la
vida y el alma a un desengaño.
Esto es
Flamenco. Quien lo sintió, lo sabe”.

       Y esto es el
Festival Internacional del Cante de las Minas de la Unión.  Desde hoy hasta el próximo 16, el calendario
no puede estar más lleno. Después del pregón escucharemos las actuaciones de
los ganadores del Festival del año pasado. Y a partir de mañana para abrir
boca, llegarán las galas flamencas, con las grandes estrellas.
       El día 8,
Miguel Poveda. Casi na. Podría decir de Miguel que es mi héroe, pero creo que
eso pertenece a La Unión por méritos más que sobrados. Desde que se alzó en
1993 con la Lámpara Minera, Miguel es La Unión, y la Unión es Miguel. Han
nacido para vivir juntos una gran aventura. Miguel lleva el latido de la Unión
por los cinco continentes, y la Unión mantiene vivo el duende de  Miguel en lo más profundo de su alma. 
       El día 9, el
Niño Josele, junto con la Compañía de Baile del Cante de las Minas. El niño
Josele es un guitarrista atrevido, que derrocha talento, y sabe fusionar el
flamenco con el fado, con la música brasileña, con el tango argentino o con el
jazz de Bill Evans.
       El dia 10,  Carmen Linares. Gracias a Carmen,  la Taranta de Linares ahora se llama la
Taranta de Carmen Linares. Yo la 
recuerdo cantando estos versos: Dijiste
que me querías, y fui a la tienda y compré un pañuelo de alegría.
¡Qué
bonito! Y mucho más cuando lo canta ella. Carmen presentará su espectáculo. “Remembranzas” donde incluye sus mejores
recuerdos, y no faltarán cantes de la tierra y el homenaje a los grandes
maestros.
       El día 11. Sara
Baras, la inmensa Sara Baras, la bailaora que puede con todo. Nos va a ofrecer
la versión flamenca del mito griego de Medusa,
la guardiana
. Mitología, tragedia, pasión, arte en estado puro.
       El 12, Estrella
Morente, la gran estrella flamenca que la Unión la ha adoptado como directora
de la Cátedra de Flamencología del Cante de las Minas. Estrella, que a los 8
años cantaba tarantas acompañada por la guitarra de Sabicas, nos ofrecerá un
recital de los suyos, culminándolo con la interpretación de “El Amor Brujo”, de Falla, en compañía
de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Católica de Murcia.
       Luego, a partir
del día 13, la Catedral del Cante acogerá de los concursos de cante, guitarra,
baile e instrumentista flamenco, y el sábado 16 de agosto asistiremos a la gran
final y a la entrega de premios.
Esto no es todo,
claro. Hay que mencionar también la interesante agenda cultural, donde el
flamenco convivirá con los toros, la cocina, el cine, el periodismo, y la
literatura, a través de sus personajes más representativos.
 La Unión es así. Arriba o abajo,  donde quiera que uno se pierda por sus
calles, verá una ciudad que  canta, toca
y baila flamenco, y además  come, bebe,
vive y respira flamenco.
       Hay tantas
cosas tan bonitas que ver, que escuchar, que sentir, que aplaudir en este
festival, que no acabo de entender yo, qué narices está haciendo el resto del
mundo perdiendo el tiempo por ahí, cuando podría estar tan a gustito aquí, en
la Unión, aprendiendo a ver la vida con ojos flamencos, que es la forma más
cabal de ver la vida.
Al llegar a este
punto, el pregón se convierte en invitación. A quienes viven el flamenco con la
curiosidad del  turista, y a los
aficionados que lo sienten en sus venas. 
A todos les invito a vivir el Flamenco de la Unión, de la mejor forma
con que hay que vivirlo: apasionadamente. Esta gran fiesta es la crónica real y
maravillosa de un arte que comprende el sufrimiento y a la vez la
resurrección,  que reconoce la caída y el
resurgimiento, la agonía y la cumbre, 
que da sentido al dolor humano de cada día, y nos propone un camino de
ida y vuelta: Un arte que desciende hasta el pozo más hondo de la mina del
dolor,  para elevarse después hacia la
plenitud de su gloria.
Y termino con la
osadía del principiante. Lo hago arrancándome por tarantas,  pero recitadas, oiga, que a más no llego. Va
por ustedes.
Guitarra,
voz, emoción
inspiración,
disciplina,
danza,
duende, corazón.
Viva el
Cante de las Minas
y el
Festival de la Unión.
                                                                      Luis del Olmo

Esta web contiene copyright.
Todos los derechos reservados.
Prohibido el uso no autorizado de sus contenidos.

Scroll al inicio